sábado, 28 de febrero de 2009

No hay que ser gay para morir por la homofobia


La discriminación y la violencia hacia los gay no es algo nuevo. Han estado presentes desde el mismo día, quien sabe hace cuanto, que las primeras personas empezaron a “salir del closet” en busca del reconocimiento e igualdad. Y aunque no se puede dudar que ha habido avances en esa búsqueda, cada día nos enfrentamos a casos atroces contra la comunidad LGTB que nos hacen seguir preguntándonos…hasta cuándo?
La ciudad de Nueva York, la metrópolis más diversa del mundo, donde convergen todas las nacionalidades, razas, religiones y estilos de vida, tiene, sin embargo, un largo historial de ataques de odio contra personas gay.
El más reciente, que paradójicamente envuelve a un par de hermanos ecuatorianos heterosexuales, ha consternado a la comunidad gay e hispana de la Gran Manzana por su crudeza.
El caso es paradójico, porque aunque las victimas no son gay, los motivos del ataque tienen un claro origen en la homofobia de los ejecutores.
El pasado 7 de diciembre José Sucuzhañay, de 31 años, y su hermano Rommel salieron de una fiesta en Brooklyn y debido al frío iban abrazados. Eso fue suficiente para que sus agresores los confundieran con una pareja gay y decidieran atacarlos. Hakim Scott y Keith Phoenix, ambos afroamericanos, les gritaron insultos anti-gay y golpearon a José en la cabeza con un bate de aluminio y una botella de cerveza. El joven inmigrante ecuatoriano murió una semana después del ataque en un hospital en Queens. Rommel logró huir durante la agresión y salvar su vida.
Sucuzhañay era un padre heterosexual con dos hijos en Ecuador. Ahora su muerte quedará como un ejemplo más de cómo cualquier persona, sin necesidad de ser gay, puede perder la vida víctima de la intolerancia de otro.
Lamentablemente la homofobia no sólo se refleja en hechos de violencia y está presente en actitudes más “moderadas” como un simple comentario en la calle, una burla o los chistes entre compañeros de oficina. Muchos incluso rechazan ser ho mofóbicos porque nunca han atacado a un gay, pero dejan que sus prejuicios se im pongan a la hora de negarle un servicio a otra persona sólo por su apariencia o ma nera de hablar. Eso también es homo fobia.
Ser gay no es fácil. Aunque se lleva una vida normal igual que cualquier ser humano, con alegrías y tristezas, triunfos profesionales y altibajos personales, en muchos casos hay que lidiar con grandes obstáculos en la vida para conseguir la igualdad y los mismos derechos que cualquier persona. Pero quizás lo más duro es coexistir en un mundo donde persiste la intolerancia y sobre todo la violencia.