La lucha que por décadas ha
mantenido la comunidad gay en Estados Unidos para lograr la igualdad de
derechos, y que comenzó con la revuelta de Stonewall en los 70, ha logrado una
de sus más importantes victorias esta semana con los fallos de la Corte Suprema
de Justicia. Uno que anuló la cláusula de la Ley de Defensa del Matrimonio
(DOMA), que establecía que el “matrimonio era la unión entre un hombre y una
mujer”, y el otro en contra de la Proposición 8, dando luz verde a la reanudación
de los matrimonios gay en California.
Y aunque esta es sin duda uno de los
triunfos más importantes que ha obtenido nuestra comunidad en todos estos años
de lucha en este país, bajo ningún sentido significa el fin de la batalla. La
decisión del Máximo Tribunal es sólo un paso adelante por conseguir la igualdad,
ya que aún existe una fuerte discriminación en contra de los gays, y en muchos
estados todavía las uniones de personas del mismo sexo están prohibidas por las
leyes.
Actualmente sólo 12 estados han
aprobado leyes para hacer legales los matrimonios gay (en aproximadamente un
mes serán 13 cuando se reanuden en California), lo que significa que en la
mayoría del país todavía no se reconocen estas uniones. Y es precisamente allí
donde debe continuar la batalla para logra ver algún día una legalización a nivel
nacional.
Tras la
decisión de la Corte Suprema de Justicia, que prácticamente golpeó de muerte a
DOMA, el debate ahora se traslada a esos 37 estados. Y la lucha no será fácil,
ya que la mayoría de esos estados cuentan con una gran población conservadora
que sigue basándose en sus creencias religiosas para discriminar a los demás, y
oponerse a que dos personas que se aman, sin importar su orientación sexual,
puedan unirse en matrimonio como el resto de los ciudadanos de este país.
Ya los
principales activistas de la comunidad gay han dejado claro que el movimiento
seguirá estado por estado, hasta lograr que las personas gay sean tratadas con
dignidad, que sus derechos sean reconocidos y que las leyes dejen de
discriminarlos como si se trataran de ciudadanos de segunda clase.
Es una batalla que tomará muchos años, pero hay un componente que cada vez está más a nuestro favor, y es que la opinión pública de este país esta “evolucionando” en relación a los temas gay. En las más recientes encuestas que se han publicado a nivel nacional se demuestra cómo ha cambiado positivamente, aunque sea en porcentajes bajos, la percepción sobre las personas gay y el reconocimiento a que nuestra comunidad pueda disfrutar de los mismos beneficios que otorgan las leyes.
Es sólo
cuestión de tiempo para que la comunidad gay logre un reconocimiento total. Nada
podrá detener que la sociedad, sobre todo con los cambios que traen las nuevas
olas generacionales, reconozca que es insostenible que Estados Unidos tenga dos
tipos de ciudadanos, unos que se benefician de todos los derechos bajo las
leyes, y que otros, que solamente por su orientación sexual, sean discriminados
y no cuenten con un total reconocimiento de sus derechos civiles.
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